Por Jorge Pardés*.
El acuerdo entre la Argentina y el Fondo Monetario Internacional comenzó a ser debatido ayer en la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados y el jueves llegaría al recinto.
Se trata de la primera vez que un acuerdo con el FMI es enviado al Congreso de la Nación para su aprobación.
Es también la primera vez que le debemos tanto y de cumplimiento tan rápido al FMI
¿Qué querés que te diga? A mí me dan ganas de llorar.
Apenas creado el Partido Humanista en el año 1984, el 8 de marzo -hoy se cumplen 38 años de su fundación-, salimos a pedir el no pago de la deuda externa. ¡Minga al FMI! Fue la consigna que resonó en la sociedad y que durante años acompañó nuestra militancia.
Esa deuda había sido contraída por un gobierno de facto, a espaldas del pueblo, en contra de sus intereses y con pleno conocimiento del acreedor.
La izquierda más virulenta hablaba de moratoria. El resto del arco político vociferaba lo que habría de convertirse en mandato social: “honrar la deuda”.
A la descripción de las consecuencias sociales, económicas y políticas que acarrearía ese pago, le sumamos la ilegitimidad e ilegalidad que implicaba pagar lo que Alejandro Olmos, años más tarde, definiría jurídicamente en relación a jurisprudencia internacional, como una “deuda odiosa”.
Hoy su hijo, Alejandro Olmos Gaona, vuelve a esgrimir aquel argumento que sigue siendo desoído. Aunque hoy sea más odiosa y más indigna. Aunque no solo haya estado en conocimiento del acreedor, sino que además “prestó” el doble de lo que le estaba permitido por sus propias normas, para favorecer la mayor devastación posible, para propiciar una Tormenta Perfecta.
La inacción de Alfonsín en términos de cuestionar la legalidad de esa deuda, continuó con la convalidación de Menem, que fue refrendada a su vez por el voto popular, obteniendo un nuevo mandato para otro período de gobierno.
Devino la Alianza, que con la misma política económica de Menem, el mismo ministro de economía, – el del Megacanje, ¿te acordás? -, le dieron al tema de la deuda igual tratamiento, y el voto popular le confirió una vez más, legitimidad
Los humanistas nunca dejamos de luchar en la dirección del No pago y otros se fueron sumando.
Todos los gobiernos fueron pagando rigurosamente al FMI, cancelando deuda con endeudamiento hasta terminar con el default de De la Rúa, anunciado por Adolfo Rodríguez Saa, en esa semana pluripresidencial.
Sólo Néstor Kirchner tuvo la visión y la capacidad de plantear una quita del 70% a la deuda privada y cancelar lo poco que se le debía al FMI, que igual seguía condicionando la economía del país, justamente, para sacarse ese condicionamiento.
Bien que nos costó a los humanistas reconocer los atributos de esas políticas, que nos terminó acercando al kirchnerismo con el que transitamos los mejores doce años de nuestra historia, por lo menos de la mía.
La restauración conservadora de la mano de Macri trajo nuevamente al Fondo Monetario a nuestro país con el préstamo más grande de su historia.
“No se puede pagar la deuda con el hambre del pueblo” alertaron las Madres este 17 de octubre en la Plaza y yo me cobijé en su pancarta. La épica de los 80 volvía a correr por mi sangre.
Hoy se trata de la primera vez que un acuerdo con el FMI es enviado al Congreso de la Nación para su aprobación. El jueves se estaría consumando, desde mi mirada, la gran estafa.
Sin investigación de la deuda, con una débil denuncia promovida por este gobierno, en manos de una jueza nombrada por el gran endeudador, con un nuevo endeudamiento que blanquea la delictuosa negociación del mejor equipo de los últimos cincuenta años, con las manos atadas, con la certeza de lo irreversible, con el sabor del fracaso de casi 40 años de lucha…
¿Qué querés que te diga? A mí me dan ganas de llorar.
Y estoy llorando, mientras resuena en mi memoria esa maravillosa frase que supimos concebir los humanistas en los 80: Minga al Fondo. Minga al FMI.
*Periodista – militante humanista y de Derechos Humanos.