Un poco de análisis semiológico del discurso social de los medios concentrados
TE LA VENDEN CAMBIADA PARA QUE NO SE NOTE COMO TE EMBOCARON
Esta semana un poco de semiótica, recordando a Eliseo Verón cuando habla de la sociedad mediatizada, donde los medios de comunicación se apropian del orden de representación y en andas de la revolución de las tecnologías de la comunicación, se convierten en su contexto inmediato y permanente, a tal punto que la experiencia de la realidad es mediática y mediatizada.
Los medios no solo informan, interpretan, entretienen, desnaturalizan, saturan y manipulan, también multiplican y enriquecen (ponele) los modos y discursos simbólicos de la comunicación.
Esa sesuda reflexión se me hizo presente al mirar a Bonelli y Alfano en su espacio natural, TN, La Meca televisiva, que llega a todes, en todo momento, encendida indiscriminadamente en bares, consultorios, salas de espera y hogares incautos que dejan penetrar el influjo de su poder omnímodo.
Se referían A Mauricio Macri y el viaje que emprenderá la semana que viene a jugar bridge, un juego muy paquete, en un pueblito de Italia en el que se realiza un campeonato internacional de ese aristocrático juego de naipes. Claro que también irá a Catar y Estados Unidos a hacer quien sabe qué, mientras los familiares de las víctimas del Ara San Juan ven desvanecerse en manos de Ercolini, -el juez tenista que lo autorizó a salir sin problemas a pasear por el mundo -, el procesamiento de su compañero de juegos y consumarse la impunidad del espionaje que sufrieron.
Le pusieron al relato una pátina de crítica, afirmando y usando una frase popular y haciendo un creativo – por decir algo – juego de palabras. Decían que a Macri le va bien en el juego – el Bridge- y mal en la política –no en el amor-, por las críticas recibidas de los propios al no quedarse en tiempos convulsionados como los que vivimos.
Otra de las explicaciones se basaba en que “es sabido cómo terminó en la política Mauricio Macri como presidente de la Nación y la herencia que dejó”.
Se la re jugaron con esa afirmación, pero no pudieron con su genio y tuvieron que meterla a ella: “más allá de la que recibió de Cristina Kirchner” completaron la idea.
¿Ustedes dicen que no pudieron con su genio y se les escapó el odio, y no se dieron cuenta, y los traicionó el inconsciente o los problemas de pareja, o el machirulismo? No, no, no. Nada de eso.
Todo premeditado en el guion del discurso simbólico comunicacional con el que interpretaban, desnaturalizaban, saturaban y manipulaban, la información.
Terminaron equiparando a Cristina Fernández de Kirchner con Mauricio Macri, como los dos representantes del ala dura de su espacio –Cristina del gobierno y Macri de la oposición-, los dos casi marginales de la política, que se oponen ambos al acuerdo con el FMI. Como si fueran iguales o tuvieran los mismos motivos o razones.
Bonelli en un rapto de sincericidio, o en otro paso de la danza, reconoció que Macri se opone porque todo lo mal que le vaya al gobierno de Alberto Fernández, lo beneficiará a él para su regreso a la contienda electoral.
Nada dijo de los motivos por los cuales la vicepresidenta podría oponerse al acuerdo con el Fondo. Eso no aporta a la dirección de la construcción de sentido a la que apuntan en ese programa de televisión. Eso no lo podría equiparar en declive a Macri con Cristina.
Eso pondría a la vicepresidenta en el gran lugar de estadista que indiscutiblemente tiene y develaría el enorme esfuerzo de nuestro pueblo y su rol trascendente en sacarnos de encima al Fondo y sus condicionamientos, como también mostraría, su oposición a convalidar la estafa perpetrada por, justamente, Macri y –nuevamente- el Fondo.
Pero volvamos a Verón y a la semiótica y a la teoría de los Discursos Sociales, que sepultó cincuenta años de lingüística estructuralista.
Si toda producción de sentido es necesariamente social y para explicar un proceso significante, hay que explicar las condiciones sociales productivas. Observemos las huellas que nos llevan a las condiciones de producción de ese discurso social y estaremos analizando otros discursos sociales.
A mi escucharlo a Alfano contarle a Bonelli que Ercolini lo autorizó a Macri a pasear tranquilo por el mundo, me llevó a una noticia que solo se la escuché a Néstor Espósito, un periodista al que sigo con atención y es que “el ex titular de la AFIP durante el gobierno de Cambiemos, Leandro Cuccioli, fue sobreseído por la jueza María Servini en una causa en la que el empresario Fabián De Sousa, del Grupo Indalo, lo acusada por presuntas maniobras urdidas desde el organismo recaudador para quedarse con sus empresas. “No existió una orden abusiva dirigida por un funcionario que estuviera destinada a afectar las empresas de Grupo Indalo”, sostuvo Servini.” Hasta acá Espósito. O sea, Cuccioli un santo, De Sousa un paranoico.
No puedo dejar de pensar que esta jueza es la que tiene pedida la extradición de Pepín Rodríguez Simón, para que declare ante ella. Bien podría considerar que las presiones a la exprocuradora Gils Carbó, o las presiones a los jueces, el armado de la Mesa Judicial macrista y todos los delitos que se le sospechan, no constituyen “una orden abusiva dirigida por un funcionario que estuviera destinada a afectar…” el Estado de Derecho. ¿Si a Ciccioli si, por qué a Pepín no?
Me apabulla que un juez o una jueza, en este caso, pueda considerar lo que se le cante y sea cosa juzgada.
No puedo evitar de relacionarlo con los criterios de la misma Justicia cuando a Amado Boudou y a Julio De Vido – «doctrina Irurzun» de por medio- les dieron prisión preventiva.
Boudou, por ejemplo, fue encarcelado porque, según el juez Lijo, conservaba «relaciones residuales con actores» poderosos que «podrían configurar una vía de colaboración para eludir la actividad jurisdiccional»; parece que Ercolini considera que Macri no las conserva, porque anda como pancho por su casa visitando al magnate Joe Lewis, jugando al bridge en Italia o haciendo buenos negocios en Catar y eso no son relaciones residuales con actores poderosos, no. Claro. Él puede estar gozando de libertad ambulatoria porque no es peligroso. (¡Mamita!)
Pero paremos por acá, porque si seguimos profundizando, abriríamos un infinito universo de discursos sociales, que excederíamos la extensión apropiada para una nota y diluiríamos el interés que me llevó a plantearla.
Lo que he intentado es poner en un ejemplo casi trivial, por el modo en que fue comunicado, el poder de construcción de sentido que tiene un medio de comunicación que interpreta la realidad y la expresa desde el tamiz de esa interpretación configurando una realidad mediatizada que, definitivamente construye sentido y es tomada como la realidad misma.
Los medios no solo informan, sino que interpretan, desnaturalizan, saturan, manipulan, y también multiplican los modos y discursos simbólicos de la comunicación.
Así que si uno se pone a hacer un poco de zapping se encuentra con dos posibilidades. Puede mirar el mundo a lo Darío Sztajnszrajber, hablando de la posverdad, analizar los discursos sociales desde la teoría de Eliseo Verón, o preguntarse en serio por su propia existencia y la de su medio social, como una opción.
O puede dejarse atrapar por esa verdad armada, aunque no exista, generada “en los consensos direccionados desde ciertos estratos de poder, que establecen que determinadas ideas pasen como si fueran verdaderas” (Darío Sztajnszrajber ) donde todo el mundo sabe que está todo armado, pero todos necesitan y quieren creer en eso igual, porque les sirve y entrama con sus intereses, ensueños, carencias o frustraciones.
También podes pasarte a Netflix y navegar por las series y películas. Eso sí, no más de cinco minutos por serie, porque si te quedas un rato más, volves a descubrir la posverdad, la semiótica y la mar en coche. Te pones a pensar por vos mismo y te das cuenta que te están jodiendo.
Por Jorge Pardés