La ubicación del ser humano como valor y preocupación central, de tal modo que nada esté por encima del ser humano, ni que un ser humano esté por encima de otro.
La RBU permite poner el dinero al servicio del ser humano y no el ser humano al servicio del dinero.
La igualdad de todas las personas, superando la simple formalidad de iguales derechos ante la ley para avanzar hacia un mundo de iguales oportunidades.
La RBU otorga una base de subsistencia mínima, propiciando cierta igualdad de oportunidades.
La diversidad personal y cultural afirmando las características propias de cada pueblo y condenando toda discriminación que se realice en razón de las diferencias económicas, raciales, étnicas y culturales.
La RBU, al garantizar la subsistencia, permite una mayor libertad de elección personal y por tanto diversidad.
La tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de las limitaciones impuestas al pensamiento por prejuicios aceptados como verdades absolutas o inmutables.
La RBU da energía (tiempo físico y psicológico) para desarrollar nuevos conocimientos. Por otro lado, la misma puesta en marcha de la RBU rompe con prejuicios y “verdades” cuestionables y firmemente arraigadas.

Libertad de ideas y creencias
La RBU facilita que cada uno pueda elegir cómo quiere vivir y en qué condiciones y requiere que cada uno respete la elección del otro.
Superar la violencia física económica, racial, sexual, religiosa, moral y psicológica, como casos cotidianos arraigados en todas las regiones del mundo.
La RBU disminuye la violencia económica y facilita la solución de muchas otras formas de violencia: de género, racial, religiosa, generacional, etc.

Los humanistas señalamos la violencia económica del sistema de organización social que sumerge a vastos conjuntos humanos en la privación de lo más necesario, obligándonos a gastar toda la energía en la supervivencia.

La solución a este gravísimo problema, base de la violencia social es poner como prioridad máxima la satisfacción de las necesidades de todos los seres humanos en lo concerniente a comida, vivienda, salud, educación y tiempo libre. Esto es perfectamente posible hoy en día. Un medio muy eficaz para lograr este ideal sería la adopción de una Renta Básica Universal, Incondicional, Individual y Suficiente, por parte de todos los gobiernos para toda la población.
Desde nuestra perspectiva universalista, aspiramos la implementación de una RBU para todos los seres humanos, independientemente al estado o territorio donde habite. Una discusión derivada de esta intención se refiere a si el monto debería también ser del mismo orden para todos o si debiera estar ajustado al nivel de precios local.
Naturalmente, para que algunos países pudieran instaurarla, necesitarían probablemente la ayuda de otros países con más recursos o desarrollo. Ello reforzaría sin dudas la cooperación internacional.
El establecimiento de una Renta Básica de estas características otorgaría mayor seguridad psicológica a la mayoría de las personas, con lo cual dispondríamos de más energía libre para plantearnos el tema fundamental: saber si se quiere vivir y en qué condiciones hacerlo. Si lo hiciéramos, nos podríamos plantear también el sentido de nuestra vida y nos haríamos conscientes de la necesidad de transformaciones personales y sociales profundas. Todo ello permitiría que nuestra sociedad y los individuos que la componemos demos un gran salto hacia la humanización del mundo y la vida que vivimos.