En todos los países del mundo la mayor parte de los ricos se resisten a pagar impuestos o contribuciones que beneficien al resto de la sociedad;  lo hacen porque su individualismo, avaricia y ambición suelen pesar mucho más que cualquier residuo de solidaridad que pudieran albergar en su fuero íntimo. De modo que no debe sorprendernos la actitud mezquina de ese mínimo porcentaje de la población; pero podría suponerse que, para el resto de la sociedad, más del 99 %, imponer contribuciones a los más ricos debiera ser una cuestión  de sentido común que no requeriría de mayores argumentaciones.

Sin embargo, en Argentina, por obra y gracia de los oligopolios comunicaciones, hay mucha gente confundida que está convencida que ese aporte solidario, exigible por única vez a las grandes fortunas, se le cobrará también a todo aquel que tenga una casita y un auto. Y como consecuencia de la prédica de los de-formadores de opinión y políticos contratados por las grandes fortunas, hay mucha gente que repite como loro, que no hay que sacarle dinero a los ricos porque entonces no van a tener fondos para invertir y generar trabajo (¿?).

Así que, como estamos en Argentina, siempre es bueno explicar todo con la mayor claridad posible, aún aquello que debiera asumirse como de sentido común; por lo tanto, comencemos con la información concreta:

-Este aporte solidario no es un nuevo impuesto, porque se cobrará por única vez en el marco de las crisis generadas por la Pandemia y la Macridemia. Por lo tanto, no se puede considerar una doble imposición, superpuesta al impuesto a los Bienes Personales.

-Este aporte no es para las empresas, sino para las personas físicas, es decir, no afecta el capital de trabajo de las empresas.

-Lo tendrán que pagar quienes posean un patrimonio declarado superior a los 200 millones de pesos. Pero como todos los bienes inmuebles se declaran al valor fiscal, que suele ser hasta 10 veces inferior al valor real, se puede estimar que sólo tendrán que pagarlo quienes tengan un patrimonio real superior a 1.000 millones de pesos (algo más de 10 millones de dólares). La última estimación realizada por la AFIP determina que sólo afectará a 9.300 personas, sobre una población de 44 millones.

-La alícuota del aporte es progresiva, yendo desde el 2 % hasta el 3,5 %, según la magnitud del patrimonio, e incrementando dicha alícuota si los bienes están en el exterior, siendo más exigentes con quienes fugaron capitales.

-Se estima que la mitad de lo que se recaude deberán aportarlo algo más de 200 personas, que son las fortunas más grandes, mientras que el otro 50 % lo aportarán las otras 9.000 personas. Obviamente, no estamos hablando de algo que afecte a la clase media.

-Se estima recaudar algo más de 300.000 millones de pesos, que tendrán una aplicación determinada por la misma ley, para equipamiento sanitario, apoyo a las Pymes, urbanización, desarrollo de YPF y financiamiento del Programa Progresar para estudiantes.

 

Solo los necios que se niegan a mirar estos datos podrán continuar sosteniendo que esta contribución extraordinaria y por única vez, afectará a la clase media y a las Pymes. Pero también están los que intentan oponerse con los típicos argumentos neoliberales, afirmando que este tipo de medidas fiscalistas ahuyentará a los inversores extranjeros y desfinanciará a los empresarios locales, ¡siempre tan interesados en invertir en Argentina para generar empleo!; habrá que responderles que el 40 % de los bienes que serán gravados, hace tiempo que fueron fugados al exterior, porque nunca les interesó invertir en Argentina. Habrá que responderles que hace muchos años ya que la teoría del derrame, eso de que a los ricos hay que bajarles impuestos para que inviertan, ha sido una y otra vez desmentida por la realidad. Toda vez que en Argentina gobernaron los neoliberales (la mitad de los últimos 70 años, entre militares, Menemismo, Alianza y Macrismo), la industria se destruyó y el país se endeudó; y tuvieron que ser los gobiernos populares (que gobernaron menos de la mitad de los últimos 70 años) fueron los que lograron que la industria se desarrolle, que el país crezca y se desendeude. Todo exactamente al revés de lo que los de-formadores de opinión tratan de hacernos creer, y lamentablemente  han logrado con un sector no menor de la población.

Desde luego que como humanista aspiro a mucho más en lo que respecta a redistribución de la riqueza. Creo que de una vez por todas, hay que forzar a que la ganancia de las empresas se reinvierta en fuentes de trabajo; y forzar no significa suplicar a “los mercados”, ni suponer que invertirán por su propia iniciativa. Forzar significa implementar políticas fiscales que premien generosamente la reinversión productiva y castiguen fuertemente la ganancia ociosa y la inversión especulativa.

Pero más allá de las aspiraciones de mediano plazo, este proyecto de ley de aporte solidario es un paso importante hacia la equidad y la justicia.

Guillermo Sullings, 16/11/20