Se ha puesto en marcha una carrera desenfrenada para poner en marcha la educación
modalidad presencial en tiempos donde la circulación comunitaria del virus está presente en la
gran mayoría de las jurisdicciones del país. ¿Quiénes lo reclaman? ¿Qué aspectos se
encuentran ocultos en el impulso de esa maratón? ¿Qué creencias sustentan estas posiciones?
Un primer aspecto a destacar es que la mayoría de los alumnos de todos los niveles, están
cursando el año lectivo a través de modalidad virtual y esto ha requerido de un esfuerzo
enorme de todos los integrantes de la comunidad educativa. Es cierto que algunos alumnos se
han conectado escasamente o no lo han hecho con la escuela, y es un tema que tiene que ser
resuelto por cada una de las jurisdicciones, sin poner en peligro la vida de los miembros de la
comunidad educativa.
Surgen algunos interrogantes: ¿Son los alumnos y sus familias los que reclaman el retorno a las
clases presenciales? ¿Se pueden implementar otros dispositivos que no tengan que
necesariamente que ser las clases presenciales en las escuelas?
Sin lugar a dudas hay otras medidas que se pueden implementar para que los alumnos que se
desvincularon retornen a la educación. Esto se evidencia en el ofrecimiento del Gobierno
Nacional de los insumos necesarios para solucionar el problema. Sin embargo no fue aceptada,
por lo cual se deduce que en algunas jurisdicciones donde hay circulación comunitaria la
política de cuidado hacia nuestros niños, adolescentes y jóvenes no se respeta, o bien hay
intereses mayores que prevalecen sobre el interés por la sustentación de la vida.
Nos encontramos ante una disyuntiva, cuando el 20 de marzo se decreta el aislamiento social
preventivo y obligatorio en la Argentina no había la cantidad de casos que hay en la actualidad
en todas las jurisdicciones. En ese momento, se decretó el cambio de modalidad de cursada y
se refrendó esa decisión con la promulgación de la Ley de Educación a Distancia. Este cambio
de cursada, de modalidad presencial a virtual, se implementó como una política de cuidado.
Ante esta frenética insistencia de volver a las clases presenciales es oportuno preguntarse qué
pasa con esa política de cuidado.
La vuelta a la modalidad presencial es el tema que ocupa la agenda educativa, y lo hace con tal
potencia, que invisibiliza a los docentes, equipos directivos de supervisores e inspectores,
estudiantes y familias que han sido los grandes protagonistas que garantizaron el acceso a la
educación de miles de estudiantes en este año de pandemia.
Mientras tanto, aquellos que tienen que garantizar ese derecho, discuten cuándo y cómo
volver a las escuelas, amparándose en la excusa de la re vinculación. Se podría decir, sin temor
a equivocarse, que lo señalan porque suponen -aunque no lo expresen abiertamente-, que los
estudiantes han estado desvinculados, y no hacen referencia muy claramente a que esto
ocurre con un mínimo de la población estudiantil. Lo cual se convierte en un acto de injusticia
con el colectivo docente, alumnos y familias.
Es necesario repetir, que la mayoría de los alumnos están cursando su año lectivo, para que las
autoridades y medios de comunicación tomen la decisión de mostrar cómo se ha llevado
adelante la educación en el tiempo de pandemia. Quienes y con qué recursos hicieron frente a
una situación muy complicada, que sin ninguna duda, ha sido la comunidad educativa, con
escaso reconocimiento en lo que refiere a recursos y acciones.
Algunas jurisdicciones han vuelto a la educación presencial con protocolos y han tenido que
retroceder por presentarse casos de covid positivo. Sin embargo, hay funcionarios de algunas
jurisdicciones que han alzado su bandera de campaña de política partidaria y suben la apuesta
y quieren el regreso de los estudiantes a las aulas, sin importar el costo.
Es importante resaltar que en todo momento se ha llamado a la población a ejercer su
responsabilidad individual respecto del cuidado de sí y de los otros, motivo por el cual es
preciso tomar esta máxima repetida hasta el cansancio, e instar a los padres para que tomen
ellos la decisión sobre la asistencia o no a las clases presenciales. O sea que ellos ejerzan la
decisión sobre la política de cuidado de sus hijos, que no estaría garantizada por ningún
protocolo.
En lo referido a la política educativa, sigue vigente la creencia que la educación solo se brinda
en la escuela, las aulas y de manera presencial, mientras la evaluación se convierte en la
herramienta de control que se utiliza para determinar que se ha realizado o no en período de
pandemia. Es por ello, que si bien hay cuestiones de política partidaria que intervienen en
estas decisiones , también existe una concepción de educación imperante , que se basa en la
creencia mencionada, que impulsa el regreso a las aulas como única posibilidad confiable de
educación.
María Sandra Martínez Filomeno
Instituto Humanizar