Por Jorge Pardés

28.12.2018 – Buenos Aires, Argentina  Pressenza

En el marco de la 30° Marcha de la Resistencia realizada por las Madres de Plaza de Mayo el jueves 13 y el viernes 14 de diciembre pasados, se concretó este jueves (27) en el salón Juana Azurduy de la sede de Hipólito Irigoyen 1584 de la ciudad de Buenos Aires, el juicio ético y político a los jueces y al poder judicial.

La audiencia estaba programada para el jueves 13 pero las inclemencias del tiempo obligaron a postergarlo.

Javier Romero – el profe – abrió la actividad con las palabras de la presidenta de la asociación Hebe de Bonafini explicando que se hacía un juicio ético y político a los jueces y al poder judicial – no a la justicia – porque justamente “lo que se reclama es Justicia, porque no son probos, no son lo que dicen”.

Continuó con la lectura de las palabras de Bonafini asegurando que «nunca estuvieron con el pueblo». Por eso las Madres decidieron que el pueblo los condene ética y políticamente, porque son hombres que se entregaron al poder político de Mauricio Macri.

El formato fue el de un juicio popular en el que la nutrida concurrencia, que sobrepasó la capacidad de la sala, se constituyó en el cuerpo de jueces. Cada uno tenía una identificación de juez, culminando en la condena social a jueces y fiscales cómplices del actual gobierno, que día a día avasalla los derechos del pueblo.

La primera parte consistió en la presentación de los magistrados a ser enjuiciados, detallándose los antecedentes de cada uno en medio de los silbidos de los concurrentes.

Entre los acusados estaban Carlos Rosenkrantz, actual presidente de la Corte Suprema, los jueces Claudio Bonadío, Martín Irurzún, los fiscales Carlos Stornelli, Guillermo Marijuán y el procurador de la provincia de Buenos Aires, Julio Conte Grand.

También se entregó a cada concurrente un folleto con los antecedentes de estos magistrados junto a un listado con otros a los que ameritaba enjuiciar, cada uno con sus respectivos antecedentes: Ricardo Lorenzetti, Elena Higton de Nolasco, Juan Carlos Maquena, Horacio Rosatti y el fiscal German Moldes, entre otros.

Luis Alén, ex Subsecretario de Derechos Humanos en la gestión de Néstor Kirchner, leyó los fundamentos desde los que se resolvía someter a juicio popular a los mencionados jueces y fiscales.

Luego se pasó a la etapa de acusación en la que los fiscales explicaron de que se acusaba a los imputados. La primera presentación estuvo a cargo del juez Enrique Arias Gibert, luego la ex jueza María Laura Garrigós de Révori y el abogado constitucionalista Eduardo Barcesat fueron quienes llevaron adelante la parte acusadora.

Se invitó a continuación a los presentes a ejercer la defensa de los imputados, lo que produjo un profundo silencio, sin ofrecimiento alguno. Seguidamente, se pasó a la sección probatoria, en la que los testigos dieron testimonio del accionar criminal de los magistrados acusados.

Esta parte estuvo a cargo de ex juez federal Carlos Rozanski, quien testificó a través de un video hablando de la persecución a jueces, fiscales y en especial a la ex procuradora Alejandra Gils Carbó. Posteriormente se leyó el testimonio del ex juez Luis Arias que se refirió a Julio Conte Grand, el procurador de la provincia de Buenos Aires.

A estos testimonios se sucedió el de Bernardo Villalba, de 27 años, quien fuera detenido en la unidad penitenciaria de Florencio Varela por el sólo delito de ser pobre.

Luego se escuchó el testimonio de Amado Boudou, preso político, ex Vicepresidente de la Nación, impulsor de la estatización de las AFJP y la nacionalización de los fondos de jubilación, que fue grabado desde el penal de Ezeiza para este juicio, pocas horas antes de que se le concediera la libertad bajo custodia.

Finalizando con los testimonios se escuchó a Matilda Rojas, mamá de Elías Soto, uno de los 10 jóvenes asesinados en la masacre de la comisaría 3ra. del partido de Esteban Echeverría durante el incendio ocurrido en ese lugar inhabilitado para alojar detenidos. Éste fue quizás el testimonio más emotivo y más fuerte en reclamo de justicia para los más humildes.

También hizo su presentación Gabriel De Vedia, fiscal del fuero de la Seguridad Social que se explayó en las irregularidades con las pensiones a los genocidas y los frenos por parte del gobierno para anularlas.

Por último, en este juicio popular ético y político a los magistrados actuales, se pasó, luego de las acusaciones expuestas y las pruebas presentadas, a la sentencia. Correspondía en este tribunal al pueblo dictar sentencia y declarar si considera a los acusados culpables o inocentes.

El relator del juicio, el Profe Romero, luego de un silencio significativo preguntó a los presentes: “Quien esté por la inocencia, levante la mano”. A esta pregunta le sucedió una nueva quietud y no hubo mano que se alzara, como era de esperarse.

Luego, con voz más potente y adelantando la reacción de todos los jueces populares, inquirió: “Quien esté por la culpabilidad, que levante la mano”. La respuesta fue unánime, todos los presentes alzaron su mano.

«El veredicto es “Culpables”. Este pueblo declara a los jueces y fiscales aquí enjuiciados, culpables de violar la justicia», cerró el relator.

Para finalizar, Hebe de Bonafini, la inmensa Hebe, hizo uso de la palabra y comenzó destacando que luego de escuchar tanta información, quedaba llena de preguntas.

“¡Cómo es posible que esa mamá con el hijo muerto en esa comisaría, todavía tenga que presentarse ante al juez a ofrecer pruebas!”, se preguntó con la voz quebrada. “¿Qué pruebas? ¿El hijo muerto? ¿La falta de ventanas? ¿La tortura?“, exclamó, señalando la incoherencia de un sistema perverso que degrada lo humano y ejerce la más profunda violencia.

En otro tramo de su exposición, sugirió sacar la palabra «judicial» y dejar sólo la palabra «poder»: poder contra el pueblo, poder condenarte, poder difamarte, acompañados de esos que se llaman periodistas, a los que también habría que cambiarles el nombre. “Hay que quitarles a ellos las palabras, las palabras son nuestras, la justicia es nuestra, la educación es nuestra, no permitamos que ellos las nombren”.

“Yo les quiero prometer a mis hijos algo hoy, desde aquí, les quiero prometer algo: no quiero morir sin ver que estos jueces estén presos”, cerró la jornada cargada de emoción, en medio de aplausos y lágrimas.

Quedó abierta la esperanza de un cambio. De la conquista del Estado de Derecho secuestrado en estos tiempos. Quedaron, como siempre, las Madres de Plaza de Mayo, mostrando el camino.