Por Jorge Pardés

Cristina: “Si tuviera que elegir que fueran como fueron con ellos o como fueron con nosotros, me quedo con cómo fueron con nosotros, porque nos obligaron a ser mejores de lo que podíamos”.

Las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias realizadas el pasado 11 de agosto en todo el territorio de nuestro país derivaron en un tsunami de consecuencias fundamentalmente económicas, un reordenamiento de las relaciones de fuerza y un cambio inminente de clima social.

Desde la renuncia del ministro de hacienda Nicolás Dujovne, la estampida del dólar, la inacción del gobierno en este sentido, el no tan paulatino vaciamiento de reservas en el Banco Central, los anuncios de medidas, algunas de las cuales duraron un día, hasta superar todos los record como el de ser el primer gobierno que contrae una deuda enorme y la defaultea durante su propio mandato, fueron la resultante económica de este proceso electoral.

El permanente intento de echarle la culpa al próximo gobierno por haber ganado las elecciones. El enojo con el electorado por haber votado como votó. Responsabilizar a las elecciones del descrédito que quedó evidenciado junto al surgimiento del nuevo deporte nacional: el panquequismo.

Estas fueron las consecuencias políticas de esa formidable diferencia de puntos entre las dos fórmulas más votadas que no llegó a ser una profunda polarización, pero que marcó las condiciones para la elección de octubre que, seguramente terminará con un presidente y una vicepresidenta, elegidos en primera vuelta. Ya casi nadie lo duda. Ni siquiera los que lo niegan.

Una muy buena síntesis política deviene de las declaraciones de Carlos Heller en una columna de opinión para Ámbito Financiero “Desde el Gobierno se intenta dar un «abrazo del oso» a la oposición, al pretender instalar que las responsabilidades son compartidas (una proposición inaceptable), como lo hace continuamente Mauricio Macri y ahora también Lacunza”,. Y agrega: “Pero hay que dejar en claro que la situación actual es responsabilidad exclusiva del Gobierno y sus aliados internos y externos, en especial el FMI. El escenario post-PASO es consecuencia directa de las políticas que comenzaron a aplicarse el 10 de diciembre de 2015 por «el mejor equipo de los últimos 50 años»”. 

Pero el rol de los medios de comunicación desde antes de la asunción del actual gobierno, durante todo su mandato y la apabullante voltereta que siguen aún hoy, ya casi después de tres semanas dando en el aire, cayendo y volviéndola a dar; eso que definimos como panquequismo periodístico, fue magistralmente y con toda la magia habitual descripto por Cristina Fernández en la presentación de su libro Sinceramente en la ciudad de La Plata el día sábado 31 de agosto pasado.

Decía refiriéndose a los medios de comunicación que su rol ha tenido una fuerte incidencia en la vida de la sociedad y la democracia. Cómo los medios de comunicación pueden mejorarle la vida o perjudicársela a la sociedad y a la democracia.

Reflexionaba acerca de cómo operaron y lo que provocaron en ella y en su gobierno: “ese ataque permanente, ese permanente castigo, ese periodismo de guerra, como definía Julio Blanck -y que él también condenaba- generó también en nosotros una crispación, un enojo, natural propio de cuando vos te sentís atacado y al que respondés, generando esa cuestión de crispación y de enojo, que puede no ser del mejor modo. Porque estás siendo atacado y de repente cualquier crítica que te hacen, aún que tuviera razón alguna, lo ves como ataque porque estás en constante defensa y cuando se puede contra ataque”

Aseguraba que eso también les hizo mal, porque los obligó a redoblar esfuerzos, trabajar anunciar todo lo que hacían – refiriéndose a las cadenas nacionales- a discutir, a insistir en sus políticas porque sentían y creían que eran inclusivas, a disputar un sentido común; pero quizás en un tono de cierto grado de enojo que no era bueno”

Luego, refiriéndose al actual gobierno consideró que “si en lugar de haber tenido una “prensa” que los blindara por completo; que les tapaban todo; que los adulaban tanto; todo tan excesivo, quizás no hubieran hecho tantas cosas”. Sin siquiera sugerirlo todos interpretamos en el “tantas cosas” quizás no hubieran hecho tanto daño. Pero no lo dijo. Y todos lo sentimos.

Aseguró evidentemente desde la experiencia que si la prensa, los periodistas, hubieran ido alertando hasta denunciar el abuso de los tarifazos, si les hubieran hecho un poco de oposición, cosa que no hicieron, hubiera ayudado a no llegar a dónde llegaron. Luego de un silencio, en forma reflexiva con una suavidad bondadosa sentenció “eso les hizo mal a ellos como dirigentes y como gobierno”.

Así explicó la reacción de sorpresa frente al voto popular. Con su habitual estilo coloquial de los últimos tiempos dijo: “Porque si no veías C5N o leías Página 12, con La Nación, Clarín y TN creías que estaba todo bien en la Argentina.

Esto genera un microclima en los dirigentes, entonces creo que eso que seguramente pensaron que les servía: medios que no criticaran, o que no les señalaran las cosas, eso también los termina perjudicando”.

Cerró con su pensamiento, aclarando que era sólo su criterio: “ los medios de comunicación, lo qué deberían hacer, es funcionar como periodismo y como medios de comunicación, sin hacerlo para beneficio de algún dirigente o partido o sector económico, sino para el sistema democrático.

Ni guerra como nos hicieron a nosotros, ni tampoco socios como con este gobierno, porque eso es lo que tienen que hacer, aún desde su ideología, representando a su sector, pero sin mentir, ni producir falsas noticias, sin inventar.

Yo creo que todo eso enrareció el ambiente y les generó ese clima de tanta confianza de que estaban cerca del triunfo”.

Así definió el rol de los medios. Así concluyó: “Si tuviera que elegir que fueran como fueron con ellos o como fueron con nosotros, me quedo con cómo fueron con nosotros, porque nos obligaron a ser mejores de lo que podíamos”.

Será por esa última frase que algunos que habían perdido un poco la fe en la posibilidad de contrarrestar en la cabeza de los argentinos el enorme poder hipnótico de los medios masivos de comunicación, el paraguas protector de tanta impunidad que materializan con pautas enormes, pudieron en estas elecciones recuperar la confianza en los procesos humanos, en la militancia, en la lucha y la resistencia, en lo colectivo por sobre el individualismo y relativizar el poder del marketing y los medios de comunicación. Yo creo que sí. Ahí está el cambio de clima social y la sonrisa dibujada en la cara de miles de personas por la mañana yendo a trabajar desde el 11 de agosto.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 03 de septiembre de 2019