Pero la acción humana está orientada hacia la transformación de los factores que generan
dolor y sufrimiento. Ese impulso profundo no se puede detener ni disciplinar.
Hace tiempo que nuestra democracia se desvía de los valores que le dieron origen, mientras exhibe una desigualdad creciente que intentan mantener “bajo control” a fuerza de palos, balas, gases y detenciones ilegales, con la imprescindible complicidad del Poder Judicial.
Día tras día, opositores al gobierno, periodistas y referentes sociales que reclaman la restitu
ción de derechos vulnerados, esperan una respuesta del poder constitucional que tiene la
obligación de garantizar el libre ejercicio de esos derechos: la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Sin embargo, sus integrantes, amparados en una impunidad absoluta, solo invocan la “inde
pendencia del Poder Judicial” para proteger sus privilegios, como el de no tributar impuesto a las ganancias.
Durante el gobierno de Javier Milei, han pasado a integrar el colectivo de “héroes” evasores,
pero con la legitimidad que ellos mismos se otorgan a través de sus resoluciones, orientadas a la defensa de intereses personales y sectoriales.
Hoy, este máximo tribunal consumo uno de los atropellos más graves en
democracia: convalidar una condena judicial en una causa armada, plagada de recusaciones y denuncias por irregularidades, sin siquiera revisarla. Así, habilitaron la proscripción política de Cristina Fernández de Kirchner.
Mediante sus fallos, han avalado o impedido la aplicación efectiva de la ley, constituyendo con sus decisiones verdaderos actos de gobierno. Incluso inciden en procesos electorales, eligiendo qué candidato sí o qué candidato no, en contextos de flagrante vulneración de derechos, y siempre respondiendo a los dictados de los poderes fácticos de adentro y de afuera.
En el marco de la tremenda crisis institucional que atraviesa el país avanza la impunidad.
Avanza la injusticia. Avanza el endeudamiento sin freno ni control. La Corte Suprema se ha
transformado en el mayor símbolo de la injusticia en la Argentina.
Una vez más sostenemos la necesidad de pedir Juicio Político a la Corte; por violar el principio de independencia judicial. Una Corte inmoral, integrada por jueces que han aceptado ser designados por decreto, violando con ello la Constitución.
Hoy la disyuntiva es clara: humanismo o antihumanismo. En ese marco, expresamos nuestro más firme repudio, denuncia y profunda solidaridad con Cristina Fernández de Kirchner.

Lía Méndez – Presidenta
Jorge Pardés – Secretario