Por Lia Mendez


Henry David Thoreau también es un ejemplo de desacato civil, actitud que lo llevó a
prisión en 1846 por negarse a pagar impuestos. Si bien se trató de una acción
individual contenía un profundo sentido social, ya que, entre otras razones, adujo su
negativa a colaborar con un Estado que mantenía el régimen de esclavitud y
emprendía guerras injustas. En referencia a la guerra que había declarado los Estados
Unidos a México.
Desobediencia civil se define como una acción de protesta colectiva, moralmente
fundamentada, pública, ilegal, consciente y pacífica que, violando normas
jurídicas concretas, busca producir un cambio parcial en las leyes, en las
políticas o en las directrices de un gobierno. Su finalidad es generar una reflexión
colectiva capaz de tumbar la ley injusta, que los ciudadanos tomen conciencia sobre el
mal que provoca e invitarlos a movilizarse para acabar con ella.
La Argentina de hoy exhibe una característica particular, un gobierno democrático (al
menos en su origen), impone políticas violatorias de la Constitución Nacional y Pactos
internacionales, tanto en su procedimiento como en su contenido, por lo que una
acción de desobediencia civil, no lo sería ya “violando normas jurídicas”, sino
desobedeciendo la imposición de normas inconstitucionales y violatorias de los
derechos humanos.
Justamente por inconstitucional no puede exhibir la virtualidad de constituirse en
obligatorio su cumplimiento por parte de la ciudadanía, por eso los intentos normativos
inconstitucionales siempre van de la mano de la fuerza represiva de quien detenta el
poder del Estado para imponer por la fuerza lo que carece de fuerza legal para
imponerse en el marco de un estado de derecho.
Las organizaciones de trabajadores organizados, van evaluando su estrategia de
apelar a las acciones de paro general como expresión de repudio al avasallamiento de
sus derechos, la sociedad aún no organizada, tendrá que comenzar a nuclearse para
desarrollar sus estrategias para promover acciones de protesta colectiva, moralmente
fundamentada, publica, consciente y pacífica para producir en cambio en las políticas
de gobierno.
El momento será cuando las consecuencias de esta ilegalidad manifiesta de llevar a
toda la población intencionalmente a un estado de pobreza nos alcance a todos, sin
excepción (salvo las excepciones de siempre, de los que medran con la pobreza y la
exclusión, con el desguace del Estado, con el empobrecimiento de los sectores
productivos).
Ese momento se acerca aceleradamente, es tiempo entonces de organizarnos allí
donde estemos, en la familia, con amigos, con vecinos, compañeros de estudio, junto
a organizaciones de base y en diálogo con estructuras de trabajadores, para coordinar
acciones conjuntas.
Lejos de la “grieta” impuesta durante tantos años, hoy la línea divisoria es entre
Humanismo y anti humanismo, nunca tan claramente definida por un gobierno.

Nosotros abrazamos el Humanismo como única salida y eso significa defensa
irrestricta de los Derechos Humanos y de los principios en que se sustentan, poniendo
como máximo valor la libertad humana y como máxima práctica social la no
discriminación y la no violencia.